"Demonizado por su maldad y egoísmo. Envidiado por su pasión y éxito. Odiado por su capacidad para decidir. Obstaculizado y juzgado por todos, y con muy poca ayuda. Así es el camino del empresario en nuestro país.

"Un DÍA en las CARRERAS" es una hilarante película de los Hnos. Marx cuyo título, en este blog, sirve para ilustrar el variado e imprevisible curso de una jornada de trabajo en la vida de un empresario. Trazos y apuntes de las situaciones más complejas y de los momentos más duros o significativos.

De su extrema dificultad y de su maravillosa recompensa."


viernes, 2 de mayo de 2014

RESPUESTAS DEL TRABAJADOR A UNA PROPUESTA DE AJUSTE SALARIAL


En escenarios tan catastróficos como el que representa nuestro país en la actualidad, es fácil entender que una compañía acometa una estrategia de reducción de costes. Muchos piensan que proponer al trabajador una bajada salarial es despiadado y cruel. Cuando el que hace la propuesta es un gerente que ha renunciado, para salvar a la compañía a su propio salario, caben otras interpretaciones más justas. Estas son las reacciones profesionales más habituales.


En una empresa pueden fallar muchas cosas, y todas son, más o menos subsanables. El drama para la compañía aparece cuando lo que se desintegra y desaparece sin dejar rastro es, ni más ni menos que su MERCADO, como ha ocurrido en España, que a consecuencia de una CRISIS que dura ya más de 7 años el sector de la construcción y toda la industria auxiliar han quedado reducida a "cenizas".


Curiosamente uno de los primeros personajes que detectan la debacle es un tipo de TRABAJADOR concreto que lleva años en la empresa, y que no solo vé peligrar su empleo, lo cual sería legítimo, sino que lo que empiaza a motivarlo de una forma muy especial es no perder esa "jugosa" liquidación que le correspondería por despido, mayor cuanto más antigüedad en la compañía y que si tarda en cobrarla puede ser que llegue demasiado tarde. Comienza por tanto para él, una auténtica carrera contrareloj y una lucha interna donde se hará lo que ordenen sus "valores" y su "educación moral".

Analizaremos cómo el comportamiento individual o colectivo de este perfil de trabajador "buitre" termina de rematar una empresa sin recursos, raquítica, y enferma, y de cómo lo hace sin ninguna piedad, y sin tener en cuenta la calidad y calidez con la que ésta lo haya tratado, o la disposición que la compañía haya mostrado con él o con su familia durante largos años. Ahora solo queda "salvar el culo" y en vista a que todo parece llegar a su fin, sacar el máximo provecho de la liquidación, euro a euro y caiga quien caiga, y atendiendo, en la mayoría de los casos, a maniobras tan finamente estudiadas que hubieran causado furor en la mente de estrategas como Napoleón o Montgomery.

De todos modos, hay que reconocer que el empresario, pecando de una gran ingenuidad, allana el camino del trabajador "buitre" y lo que hace es darle justificaciones para que inicie su estrategia carroñera.

Planteamiento del empresario:

"Una reducción de costes mejorará la situación de la empresa y una negociación salarial con los trabajadores, atenuará el impacto del gasto respecto de los exiguos ingresos que se producen en esta situación de CRÍSIS"


Planteamientos y elucubraciones mentales del trabajador antes de contestar al empresario:
  • "Me proponen una bajada de salario y ¿pretenden que trabaje lo mismo?."
  • "Si la empresa no puede pagar a sus trabajadores, que vendan sus activos. No es problema mío."
  • "Además el dueño sigue conduciendo un cochazo y lleva un reloj de los caros, y creo que tiene propiedades inmobiliarias. Que las venda y nos pague."
  • "Si acepto, bajará mi base de cotización, y mi prestación por desempleo será más pequeña".
  • "Prefiero que me echen y cobrar una liquidación por despido hoy en base al salario actual, y no al que ellos me proponen,"
  • "Con la liquidación en mi mano, y con el paro que me corresponde, puedo estar un par de años sin hacer nada."
  • "Si además hago algunos trabajitos de "extraperlo", ganaré incluso más que lo que me proponen."


Con todos estos pensamientos y algunos más, rondando en la cabeza de los trabajadores más despiadados de la compañía, y aún con el disfraz de magníficos profesionales abnegados y cumplidores, éstos generan "inteligentemente" un clima de tensión y casi de "revolución" dentro de las entrañas de la empresa. Algo que distraiga sus conciencias y les permitan "conspirar" contra quienes les han otorgado el trato profesional más humano y generoso hasta ese momento.


Es entonces cuando cada uno, de forma indiviudal decide tomar un camino diferente. Con leves matices, cada trabajador, voluntariamente, elige pertenecer a uno de estos tres grandes grupos:

Opción 1: "PROFESIONAL DE EMPRESA: En lo bueno y en lo malo"

"ACEPTO CON LEALTAD Y CORRESPONDO CON TODO MI ESFUERZO, APORTANDO LA MÁXIMA ILUSIÓN PARA SALVAR EL PROYECTO Y ME RECONFORTO Y GOZO DE LA CONFIANZA QUE LA EMPRESA DEPOSITA EN MI. VENDRÁN TIEMPOS MEJORES Y SE RECONOCERÁ MI ESFUERZO. LA EMPRESA ME LO HA DEMOSTRADO EN MUCHAS OCASIONES Y LO MERECE."


Quiero nombrar a este perfil de trabajador primero, porque es el verdadero "alma" de la empresa y artífice de su salvación. Sobre él recae socialmente la responsabilidad de salir de la CRISIS. Sobre su devoción y fe se construirá el futuro de todo un país. En el peor de los escenarios, a este trabajador, por su condición y valores, jamás le faltará el sustento y el apoyo de quienes lo han empleado o quienes han sido compañeros en la empresa. Aspiro a que mis hijos estén siempre en este grupo.


Opción 2: "PROFESIONAL: Agradecido pero sin apegos"

"NO ACEPTO Ó ACEPTO PORQUE NO TENGO MÁS REMEDIO. CUMPLIRÉ CON MI TRABAJO. EN TODO CASO, ADMITIRÉ CON RESIGNACIÓN LA BAJADA SALARIAL Y MI PASIÓN EN EL DESEMPEÑO DE MI LABOR SERÁ LA JUSTA. AGUANTARÉ HASTA QUE ENCUENTRE OTRA COSA Y ME IRÉ."

En cierto modo, esta actitud aséptica y profesional se podría considerar legítima y correcta. Han dejado de confluir los intereses de empresa y trabajador. Éste último cree necesario y justo corresponder con un gesto a la compañía antes de marcharse voluntariamente a un puesto donde pueda reconocerse su valia y dentro de un sector que no sufra la crisis como la sufre su empresa. No piensa en liquidaciones por despido puesto que la empresa no lo ha despedido. Para él, sus aptitudes y ambición están por encima de las posibilidades que le ofrece la empresa, por lo que en un ejercicio de justicia con él mismo y con la compañía, emprende una búsqueda de nuevos horizontes más acordes con su aspiración salarial y/o laboral. Es una decisión profesional y práctica, desligada de sentimientos profundos. El trabajador cambiará de empleo cuando encuentre la oportunidad, añadiendo a su currículum el paso por una compañía que siempre sentirá el máximo respeto por él. Sensaciones posíblemente comprendidas por las dos partes y dentro de una más que previsible cordialidad.

Opción 3: "EL BUITRE LEONADO: El gran estratega."

"NO ACEPTO LA BAJADA SALARIAL. DOY POR INICIADA LA GUERRA DE DESGASTE CON LA EMPRESA Y BAJO LOS BRAZOS. ENGAÑO EN MIS REPORTES Y ESPERO CON PACIENCIA UN DESPIDO QUE LLEGARÁ SEGURO. COBRARÉ MI SUELDO COMO HASTA AHORA TRABAJANDO LO MÍNIMO Y ENGAÑANDO A LA EMPRESA. SI HACE FALTA ME DARÉ DE BAJA POR DEPRESIÓN. PERO MI LIQUIDACIÓN SERÁ MÁXIMA, IGUAL QUE LO SERÁ MI PRESTACIÓN POR DESEMPLEO"


Para describir a este especimen, no hace falta poner demasiado empeño. Como tampoco hace falta describir el enorme daño que genera en la empresa y en el conjunto de sus compañeros. Es una actitud insolidaria y gravosa, puesto que exige una liquidación por despido que descapitalizará a la empresa en el momento más duro y más complicado de todos.


Existe una variante "light" de este perfil de trabajador, y es aquel que sin llegar a bajar los brazos y esperar a que la empresa lo eche por falta de resultados, propone desde el primer momento alcanzar un acuerdo con la compañía y terminar la relación laboral. Busca una liquidación por despido, o lo que se conoce coloquialmente como "hacer caja". Siendo menos gravosa esta actitud, reseñar que es igualmente injusta puesto que la empresa nunca lo ha llegado despedir. Le ha propuesto bajar su sueldo "provisionalmente" durante los meses o años que dure la situación de precariedad de oportunidades para la compañía. Es una propuesta sincera, legal y necesaria.

Este último comportamiento, (OPCIÓN 3 en todas sus variantes) se torna todavía más duro de asimilar si se piensa que en la empresa que dirijo, la Dirección en su conjunto, ha tenido con estos trabajadores un trato que va más allá de lo profesional, y que se les han confiado grandes parcelas de responsabilidad, y que a pesar de ello, les han podido sus ferozes y egoistas instintos militares de autodefensa.

No saben que probablemente estén hablando un lenguaje profesional que les cierra puertas y les tiende puentes al ostracismo. Que el destino tiene preparados para ellos un final tan mediocre como lo serán sus carreras profesionales. Es sencillo de comprender.


El empresario, como es mi caso, aprende una nueva lección y confía en poder amortizarla en el futuro.


Personalmente, tengo la suerte de contar con grandes compañeros y colaboradores del grupo 1. Por ellos, siempre merecerá la pena seguir luchando.




miércoles, 30 de abril de 2014

CONDENADOS POR LA ADMINISTRACIÓN A UNA "CRÍSIS PERPETUA"

Con este cuento que se me ocurrió hace años, he podido explicar a mucho profano lo que considero la INJUSTICIA mayor del Reino. La refinanciación de empresas "zombies" hasta la saciedad y la negación del crédito a la pequeña y mediana empresa con verdadero potencial para crear valor y empleo en nuestro país.

LA CUADRA Y LOS CABALLOS ENFERMOS

"Esto era una vez, una cuadra donde se criaban los caballos más bellos y potentes del mundo. Sus ejemplares ganaban carreras y generaban grandes ingresos para sus criadores, que los invertían en los mejores cuidados para ellos, obteniendo así cada vez resultados más espectaculares.

Con el tiempo, tres de los caballos más viejos enfermaron y quedaron mantenidos con vida a través de unas "máquinas de última generación" cuyo coste de adquisición representó en su momento una importante carga económica para la cuadra. Disponían de tecnología nuclear y era el último avance en medicina veterinaria.

Los caballos merecían esta inversión, puesto que eran tres "viejas glorias" que lo habían dado todo por la cuadra y habían llenado las vitrinas de trofeos. La cuadra era solvente, y estos caballos podrían gozar aún de algunos años de buena calidad.
Pero pasado el tiempo, el mantenimiento de los caballos se volvió tan pesado en la economía de la cuadra que hubo que desviar dinero del cuidado de los que estaban sanos y de los potros que iban naciendo para cuidar los que estaban ya irremediablemente deshauciados.

La merma en la calidad de la alimentación y de los tratamientos médicos de los caballos sanos iban deteriorando la pureza del conjunto de la prestigiosa cuadra.

Llegó un momento en el que los tres caballos enfermos quedaron clínicamente muertos, pero mantenían sus constantes vitales gracias a las máquinas que les alargaban artificialmente sus vidas.

Habían quedado lejos los momentos en los que la cuadra y sus caballos ganaban trofeos y premios sustanciosos y la precariedad económica se empezaba a instalar definitivamente en aquella prestigiosa y antigua institución.

Las máquinas seguían devorando recursos de la cuadra sin ningún resultado en la salud de los caballos enfermos. Había que tomar una decisión urgente, o la cuadra se resentiría y nunca recuperaría el prestigio que perdía cada año que pasaba.

Los caballos sanos empezaban a agotarse y a enfermar por falta de atención.

El Director de la Cuadra, un hombre "viejo" y cansado, no se sintió con fuerzas para tomar decisiones y abandonó su cargo. En su lugar entró uno de los economístas más prestigiosos del momento fue contratado por los socios de la cuadra por una importante suma de dinero. Éste, después de analizar la situación, formuló alguna pregunta:

- ¿Qué presupuesto tenemos para el año?
- 600.000 €.- le dijo el secretario de Dirección.
- ¿y cuánto nos cuesta el mantenimiento de los caballos enfermos?
- Más de la mitad, Señor Director. - contestó cabizbajo el secretario.
- ¿Ud. me está diciendo que hay que invertir más de la mitad de nuestro presupuesto para mantener con vida 3 caballos moribundos?. Ud. y el anterior Director han perdido el juicio. Desconecten a los caballos inmediatamente. - ordenó con firmeza el Director de reemplazo.
- Debe Ud. saber que la desconexión de cada máquina nuclear tiene un coste de 400.000€ y debe estar supervisada por la autoridad, ya que contiene material radiactivo e intervienen muchas personas en su reciclado y eliminación. La desconexión de las tres nos costará 1200.000€. ¿Sigue pensando que hay que desconectarlos, Sr.Director? -preguntó lleno de curiosidad y pesimismo el secretario.
- Mmmmm.... -murmuró el Director dándose un minuto para emitir su conclusión y dijo:

- QUE SE MANTENGAN LOS CABALLOS ETERNAMENTE CONECTADOS. SI LOS OTROS NO COMEN, QUE NO COMAN. PARA CUANDO LA CUADRA ESTÉ COMPLETAMENTE ARRUINADA, YO YA NO ESTARÉ EN LA DIRECCIÓN DE ESTA INSTITUCIÓN.

Con este cuento, ilustro el papel que desempeña la Banca en el futuro de la economía de nuestro país, que refinancia eternamente a empresas que están completamente deshauciadas, y niegan sistemáticamente el crédito a las que gozamos de buena salud.

De esta forma, no tienen que declarar la pérdida y provisionarla. Para la Banca, en el peor de los casos, aunque las nuevas empresas y las sanas no tengan oxígeno y no generen valor, el gobierno seguirá rescatandolos como ha hecho hasta ahora (225.000 millones de Euros hasta abril de 2.014).

La Banca, con la connivencia de la Administracíon mantiene con vida empresas que llevan años acumulando pérdidas millonarias y que no se justifican de ninguna de las maneras, solo por no afrontar la "desconexión" de estas empresas y establecer un plan de amortización del coste de la pérdida a medio y largo plazo y destinar sus recursos, prestados por todos los españoles, a regenerar el tejido empresarial pensando en el futuro.



Mueren los buenos y sobreviven los malos

"La banca está aguantando a las empresas que tenían que caer y provocando la caída de las que deberían seguir vivas", señaló en 2.009 Enrique Quemada, consejero delegado de la firma especializada en operaciones corporativas One to One.

Se refiere a que la banca está refinanciando, por ejemplo, a las inmobiliarias (sobre todo a las grandes) para evitar su caída a pesar de su dudosa viabilidad porque, si entran en concurso, el banco tiene que provisionar el crédito impagado.

"Todos esos recursos que están poniendo en el ladrillo se los quitan a las demás empresas, en un entorno en que el sector financiero tiene que acaparar liquidez para hacer frente a sus propios vencimientos de deuda", añade Quemada. Esto significa que nos encontramos ante una especie de sistema darwinista perverso, en el que sobreviven los malos y mueren los buenos. Lo cual puede tener consecuencias verdaderamente funestas para el futuro de la economía española.




"CÁNCER DE RECURSOS HUMANOS": La importancia del diagnóstico precoz.

El veredicto médico no dejaba lugar a dudas:


-"Lo siento, su empresa padece "cáncer" de Recursos Humanos."
-"Me lo temía, este dolor agudo y crónico no presagiaba nada bueno. Sabía que pasaría."

A a partir de aquí han sido horas de largas sesiones de "reflexoterapia" y rehabilitación, y creo que empezamos a recuperarnos. Lo hemos cogido a tiempo.




Queda en el aire una pregunta:

¿Qué lleva a un trabajador a sentir odio por su empresa, o por su dueño? A criticarlo sistemáticamente por sus acciones, a desaprobar sus decisiones o simplemente a odiarlo por algo tan ridículo como el coche que conduce, su casa, o su "estatus".

La experiencia me ha enseñado que la actitud displicente de un trabajador hacia quien le confía un puesto de trabajo en su empresa, está totalmente disociada del comportamiento que el empresario haya tenido con él, y depende más que de otra cosa, de los propios valores y de la educación que el trabajador ha recibido. Educación familiar y sobre todo social, en un país donde el empresario lleva años siendo demonizado por las autoridades.

Me he llegado a obsesionar por "motivar" a mi equipo. Hemos elaborado toda una cultura de empresa donde el objetivo era desarrollar auténticas carreras profesionales basadas en la búsqueda de la excelencia a partir de la implicación y el sentimiento de empresa de mis "colaboradores".

No ha habido un solo año en el que no se hayan hecho convenciones, cenas, regalos, sesiones de coaching, formación, concursos, y un largo etcétera de actividades nuevas cada año, en la convicción de que el manido "látigo" debe sustituirse por la motivación emocional y positiva. Hemos sido referencia para los mismos formadores que nos han visitado en nuestros eventos. Recuerdo un Comité en el que estaban todos los trabajadores de mi empresa y en el que quisimos ilustrar el trabajo en equipo con la participación de un Cuarteto de Cuerda. Fue mágico.

Todos estos recuerdos y buenos momentos se amontonan por decenas en mi memoria, contrastandose con el malestar que me produce el sabor dejado en mi boca por quienes siempre traté, no como "trabajadores míos", sino como verdaderos compañeros, y que al final dieron rienda suelta a su odio. Aquellos a los que les dí el trato más humano y cercano que jamás se puede dar a un trabajador, y que esperaron con paciencia su momento para, como en aquella escena bíblica, cuando mi empresa y yo estábamos en la más absoluta ruina, tomar una esponja, empaparla en vinagre y poniéndola en una caña, dármela para beber.

Aún hoy perdura ese odio y rencor en alguno de ellos. Otros lo disimulan algo más, pero es fácil adivinar cómo gozan con tu sufrimiento y cómo temen tu resurgir, por mucho esfuerzo y sacrificio que vean en ti, en tu empresa o en tu misma familia.

Mi pregunta es, ¿se puede evitar que un trabajador odie a la empresa o al empresario? Desgraciadamente, mi respuesta es NO. Puedes favorecer que predomine un determinado clima y actitud en la compañía. Pero obtendrás respuestas dispares en función del perfil de cada trabajador, y el que siente envidia u odio de forma predeterminada, siempre encontrará una justificación para darle salida. Por lo tanto, para este tipo de persona, cualquier esfuerzo es vano.



También pienso que existe la lealtad y el cariño INCONDICIONALES de determinados compañeros que se alegrarán de los éxitos de la empresa y se entristecerán profundamente por sus fracasos. Responden muy positivamente ante estímulos y gestos de la empresa. Poseen valores como la humildad o el agradecimiento, independientemente del puesto que ocupen y de los salarios que tengan. Tienen sentido de la justicia y corresponden al trato humano con la mayor de las devociones e ilusión. No son sumisos, ni sienten la necesidad de hacer la "pelota", ya que conocen sus derechos, saben cuánto y cómo trabajan, lo que sienten y valoran el respeto que la compañía les profesa.
Ellos si serán merecedores de un trabajo de motivación emocional y sobre ellos será sobre los que debemos construir nuestra empresa.

Hay finales escritos desde el primer día y el empresario debe esforzarse por adivinar los verdaderos sentimientos de aquellos que trabajarán junto a él, sobre todo en puestos de responsabilidad. No hay más ciego que el que no quiere ver, y a veces este odio es tan explícito que se "huele" desde el día de la firma del contrato. Al más mínimo olor, hay que actuar. Posponer la decisión es un grave error de dirección que terminará minando y contagiando al resto del equipo y a toda la compañía.